Diario de viaje, Sábado, 11 de junio de 2011
La fortuna sonríe para lo que quiere sonreír, nunca he visto una dama a la que fuese tan difícil arrancar una sonrisa, y hoy, parece ser que no se halla de su mejor humor.
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Y si la fortuna te sonríe, sonríe también
No vaya a ser, que la dejes sonriendo sola
Porque como se vea sonriendo sola tú no te verás bien
Ni por un solo segundo más
La luna y las estrellas no son hermanas, si una desapareciera muchas otras estarían contentas, puesto que así tendrían todo el cielo para ellas y se las vería brillar mucho más
Y si, matas a la luna para brillar, ¿Qué harás? ¿ocupar su lugar? ¿Tomar su puesto y volverte la nueva luna? Que tonto, tonto..
La sacudida hizo quebrarse los cielos, el shock detuvo la tierra, la daga derramaba sangre y la mano que la empuñaba era blanca
El dolor se sintió antes de que las lágrimas llegasen a la tierra, y la noche siguiente fue la más oscura de todas, tan oscuro no fue ni siquiera el día
¿Qué harás? La matarás, la mataste, la matas, ¿Matarás a la luna para brillar más? ¿Lo harás?
¿Vas a derramar su sangre, para así brillar más? ¿Estás segura de que lo harás?
¿Vas a matar a la luna para brillar? Dímelo, ¿la matarás? dímelo, dímelo, dímelo, dímelo ¿La matarás?
Vas a matarla, derramarás hasta la última gota de su sangre, ¿No es así?
La matarás, te mancharás las manos, ¿Verdad?